Si hay alguna región en España que se la considera mágica, esa es Galicia. Esta llena de leyendas, historias de meigas y demás cuentos fantásticos.
Uno de ellos es la Santa Compaña. Todos los gallegos conocen este hecho y lo repiten de padres a hijos. Ellos afirman que al caminar de noche por el bosque o montes resulta fácil encontrarse con difuntos. Estos se pueden manifestar de dos formas.
La primera, conocida como la “visión”, consiste en ver un cortejo fúnebre o un entierro en que el fallecido es uno mismo. Los gallegos consideran la visión como el anuncio de su propia muerte.
La segunda se manifiesta con la llamada Santa Compaña, donde se reúnen un mínimo de 5 almas, que recorren los caminos llevando cada una antorcha encendida que, por fuerte que sople el viento, nunca se apaga al estar hecha con la grasa de los huesos de los muertos.
Los gallegos que se topan con la Santa Compaña intentan apartarse lo más rápidamente posible de su paso, pues si no lo consiguen, las almas les colocan una vela encendida en la mano y entran a formar parte de la comitiva.
Por esta razón, si salen de noche, lo hacen con los puños cerrados. La única forma de librarse de la Santa Compaña es trazar un circulo en la tierra con una rama de olivo bendecida el día de Ramos y colocarse dentro hasta que pasa la Santa Compaña.
