Nos guste o no nos guste la realidad es que nuestra madre es la persona más importante de nuestras vidas.
Por supuesto que hay muchos tipos de madre y algunas que no deberían haber sido madres nunca, pero desde un punto de vista espiritual y bajo el prisma de muchas religiones y filosofías, nosotros hemos elegido a la madre que tenemos porque así lo decidimos antes de reencarnarnos.
Necesitábamos ese tipo de madre para evolucionar espiritualmente.
A muchas personas, esta afirmación les duele en el alma pues lo viven como una desgracia que les ha tocado sin entender por qué, pero es nuestra gran maestra.
Podemos aprender a manejarnos en diferentes facetas de nuestra vida copiando el modelo de nuestra madre o haciendo justo lo contrario de lo que vemos que ella hace, pero al final del día es nuestra primera guía en la tierra.
Me contaba una amiga mía que trabajaba en un hospital de Madrid en la biblioteca que daba al lado de psiquiatría, que daba igual la edad que tuvieran los internos que se pasaban el día llamando a sus madres. “Mamá, Mamá, Mamá es la palabra que repetían constantemente. No llamaban a su padre o abuelo o hermano. No. Llamaban a su Madre.
La palabra Mamá es como un mantra. Nos reconforta cuando nos encontramos mal, pues su energía es de amor, de protección, de comprensión, de compasión y de apoyo entre muchas otras cosas.
Aprovecha el próximo día de la Madre, que es el primer domingo de mayo, para decirla a la tuya, lo mucho que la quieres y lo que agradeces su presencia en tu vida. Cuando das amor y agradecimiento de corazón, lo recibes multiplicado.