Se dice que cada cristal está vivo, con su propio sonido y algunas personas pueden sintonizar con esas frecuencias naturales y escucharlas.
Aquellos con el deseo y la habilidad pueden aprender a cantar a los cristales para crear armónicos que casen con las frecuencias de los cristales. Llamamos a esto canto a los cristales, y puede desembocar en una mayor sintonía con los cristales ya que se amplifica el poder de la persona y del cristal.
A través de la intención y la concentración en ello, uno puede usar los cristales como herramientas para la transformación y la curación.
El uso del sonido ha sido pasado por alto durante mucho tiempo en el mundo de la sanación con cristales, a pesar de que los sonidos jugaban un papel importante en el uso de los cristales en tiempos remotos.
En los templos de sanación, personas instruidas cantaban a los cristales, con resultados asombrosos. En la Atlántida los sacerdotes sanadores, colocaban los cristales, en patrones geométricos específicos alrededor del enfermo. Cantando a los cristales, órganos y tejidos podían ser regenerados.
Cada cristal tiene su propia frecuencia de resonancia basada en la forma, estructura, densidad y tamaño del cristal. Esta frecuencia difiere de su frecuencia molecular, que es la misma para todos los cristales y es creada subatómicamente. La frecuencia resonante de la que hablamos es aquella que puede ser emitida por la voz humana y que en esencia, es la misma emitida por el cristal.
Jonathan Goldman descubrió este fenómeno un día hace muchos años cuando estaba emitiendo sonidos hacia un cristal. Para su asombro, a medida que proyectaba diferentes armónicos vocales hacia el cristal, se dio cuenta de que éste amplificaba armónicos específicos.
Cuando cogía otro cristal, encontró que diferentes armónicos eran amplificados. Confuso por su descubrimiento, comprobó con unas cuantas otras personas para ver si también experimentaban este fenómeno y para la sorpresa de todos, lo hicieron.
Jonathan entonces llamó a un renombrado científico que investigaba y trabajaba con cristales. Este científico validó el efecto y felicitó a Jonathan por redescubrir una técnica antigua. A través de la experimentación con su propio sonido, Jonathan aprendió cómo crear una resonancia con un cristal. Tanto Jonathan como el cristal estaban cantando juntos.