La respiración que se hace consciente, lenta y rítmica produce un efecto calmante, relajante y fortalecedor que corrige desequilibrios a nivel físico, mental, emocional y espiritual.
Para este tipo de respiración es necesario que se haga por la nariz y en tres fases. Primero inspira profundamente pero de forma lenta y calmada y cuando ya estés lleno, contén la respiración durante un par de segundos y luego exhala de forma lenta y calmada contrayendo un poco la tripa, como “metiéndola”. Contén la respiración durante un par de segundos y cuando sientas la necesidad, vuelve a inhalar de forma lenta y calmada y continua el circuito que acabamos de ver.
Las dos pausas que siguen a la inhalación y a la exhalación respectivamente son de particular importancia. Durante la primera pausa después de inhalar entra mas oxigeno a la sangre que proporciona mas oxigeno a las células y al cerebro y regula el estado anímico. La pausa que sigue a la exhalación es el momento en que la energía fluye por los canales energéticos del organismo.
Respira a tu propio ritmo natural pero consiguiendo que sea de forma profunda, regular, lenta y calmadamente.