En principio parece una contradicción pero es sano ser egoísta.
Hay personas que saben perfectamente darse prioridad sin sentirse culpable pero otra gran mayoría, debido a la educación judeo-cristiana que hemos recibido, nos parece un pecado.
Si tú no estás bien, poco puedes ofrecer con lo cual deja de sentirte culpable y conviértete en un egoísta sano.
- Declina educadamente cualquier invitación social que no te apetezca ir. Ya está bien de tener que poner buena cara cuando no te apetece socializar con ese tipo de gente o para el caso, familia…
- Deja de comerte las sobras, porque no vas a tirar la comida que ha sobrado y nadie se lo va a comer. Esto te hace sentir como el basurero de la familia y como decía mi abuela “Mejor a la basura que a la ancha cintura”
- Deja de hacer lo que tienes que hacer. Una cosa es ser responsable y otra ponerte tú misma obligaciones férreas. Si un día no te apetece ir al gimnasio pues no vas y no pasa nada. No te van a poner falta y tu Michelin no va a engordar más por ello.
- Si tu mejor amiga te pide un favor y no tienes energía para hacérselo, aprende a decir NO. Lo primero eres tú, y esto se lo tienes que hacer entender a tu entorno que al principio se rebelaran pero luego lo aceptaran.
- Organízate para darte tus tiempos de descanso tan largos como los desees y si eso implica tirarte todo el sábado tumbada en el sofá viendo series, permítetelo. No por ello te vas a convertir en una adicta.
Y en esto como en toda la moderación es la virtud. Busca tu punto medio de egoísmo sano, pero si te encuentras en una disyuntiva, date prioridad a tus gustos, deseos o necesidades.